
Kingdom Hearts 3
Después de varios años, la espera terminó. Kingdom Hearts 3 ha llegado y a pesar de sus problemas es un juego ideal para los fans de la franquicia.
Plataformas: PS4 (Reseñado)/Xbox One
Desarrollador: Square Enix
Publishers: Square Enix
Lanzamiento: Enero 25/2019
Género: Casi que no llega la secuela
Después de tanto esperar, Kingdom Hearts 3 por fin llegó para dar cierre a una de las sagas más longevas desde la generación del PlayStation 2. Y por ‘cierre’, entiéndase a dejar un final abierto con un gran “cock-tease” de que algo grande viene. PUN INTENDED.
Haciendo gala de un sistema de combate bastante familiar y controversial, además de una estructura narrativa ya conocida en la saga, Kingdom Hearts 3 es todo lo que un fan de Kingdom Hearts puede esperar… o no, dependiendo de sus expectativas.
Para bien o para mal, este título se siente como “volver a casa”.
Como es evidente, Kingdom Hearts 3 arranca tras los eventos de Dream Drop Distance y –A Fragmentary Passage-, estableciendo que Rikku, como ‘Keyblade Master’, debe encontrar a Aqua en el Shadow Realm, mientras que Sora se centra en “entrenar” y recuperar su fuerza para hacerle frente a la naciente Nueva Organización XIII. Kairi también tiene una misión propia: no aparecer sino hasta que sea necesario para el argumento.
De ahí en adelante, la fórmula es la misma: empezamos desde un punto neutro y viajamos de mundo en mundo viendo pequeñas historias que poco a poco aportan al desarrollo del argumento central del juego en el que, como siempre, hay cabida para el humor, la acción, algo de drama y, como no, sorpresas inesperadas que, según su contexto, pueden o no tener sentido.
Particularmente sobre los mundos, esta tercera entrega se caracteriza por presentar nuevas adicciones, tal como Reino Corona, San Fransokyo, Toy Box y Monstruopolis, aunque también hay algunos de los más clásicos de vuelta, tal como El Olimpo, el Bosque de los 100 Acres y Twilight Town.
Desafortunadamente, aunque los mundos brillan por su fidelidad al material original, el desarrollo narrativo en cada uno de ellos es irregular, hay unos buenos, otros regulares y otros malos.
Por ejemplo, En Toy Box, Monstruopolis y San Fransokyo son los más sólidos a nivel argumental por los conflictos que presenta y la forma en como lo desarrolla. En el primero, Woody y Sora tratan de “recuperar” a Buzz, quien de la nada se empieza a cuestionar su propia existencia por influencia de la Organización XIII.
En el segundo seguimos a grandes rasgos los eventos de Monsters. Inc, donde el miedo es usado como fuente de poder y la única forma de derrotarlo es con la luz (y algo de amistad), mientras que el tercero plantea una historia original a modo de “secuela” en la que nuevamente se exploran los lazos entre Baymax y Hiro, y como ello es un reflejo de las vivencias de Sora.
Por otra parte, los demás mundos se sienten más como una labor que como una aventura. Arendelle nos ve de aquí para allá como un espectador en la historia de Elsa, mientras que en el de Piratas del Caribe cumplimos objetivos bastante repetitivos que toman lugar en el marco de la tercera película.

Si hay algo que resaltar positivamente sobre cada uno de los mundos que visitamos, es la forma en cómo están construidos, con áreas grandes y pequeñas que explorar, secretos y una que otra actividad secundaria que realizar. Además, cada lugar tiene su propio tipo de villanos y jefes, además de su obvio “reskin” para Sora, Donald y Goofy si es pertinente, como el de Toy Box, Monstropolis y el ya mencionado de Piratas del Caribe.
Por fortuna, esta vez no vamos al mundo de La Sirenita.
En su apartado jugable, Kingdom Hearts 3 es el hijo bastardo de varias mecánicas ya vistas en Kingdom Hearts 2, Birth By Sleep y algo de Dream Drop Distance, tal como se podía vislumbrar en -A Fragmentary Passage-. En sí mismo no está mal, ya que tenemos los comandos de ataque y magias, así como una gran variedad de comandos de reacción que se prestan para un combate muy fluido y vistoso. El problema, es que es tan simplificado y automatizado, que incluso en su máxima dificultad no hay reto alguno.
Esto es desafortunado porque de fondo hay grandes ideas en términos de gameplay, especialmente porque en cualquier momento podemos cambiar de Keyblade. Con solo presionar un botón, podemos alternar estas armas en medio del combate y aunque en teoría se presta para mezclar estilos, al final no hay mucha diferencia.
Ciertamente, los nuevos comandos de reacción son lo más destacable a nivel visual en el combate, ya que sirven como pequeñas invocaciones que manifiestan un algo en el encuentro, tal como el tren en la pelea con el Titán de Lava en El Olimpo, un carrusel mágico y hasta un carrito chocón que ataca a distancia. De nuevo, no están mal, pero son tan recurrentes que no solo se vuelven repetitivos, sino que también causan tanto daño que al final terminan por romper el combate.

Es un sistema de combate bastante desequilibrado que se presta para ser repetitivo, y al hacerlo, limita lo que podemos hacer, especialmente al tener presente que cada nivel presenta una consecución de combates poco desafiantes en los que los comandos de reacción suelen ser los mismos. Desafortunadamente, esto último se extiende también a los jefes finales, de los cuáles solo el último representa un reto, incluso en ‘Proud Mode’.
Y aun así… Kingdom Hearts 3 se siente… bien. Es decir, podría ser mejor, MIL VECES MEJOR, de hecho… pero la forma en cómo aborda su historia da una sensación de cierre bastante agradable.
Ver por fin el desenlace a la historia que se ha desarrollado para Sora, Ventus y Roxas es sin duda gratificante y emocionalmente impactante. Sin lugar a dudas, uno de los mayores logros de este título es cuando puede ser Kingdom Hearts para enfocarse en sus personajes y en su narrativa, más allá del obligado viaje por ‘X’ o ‘Y’ mundo.
Es tanto lo que sucede en las últimas horas de juego que a la vez se siente que es demasiado, en sentido que son más de 10 años de historia los que se están condensando en minutos… y aunque no siempre logra responder todas las respuestas, aunque tampoco es que quiera, al final si hay un descanso. Casi como un sentido de realización por lo que sucede con esos personajes que llevamos conociendo desde hace tiempo.
Pero como es usual para la saga, Kingdom Hearts 3 no tiene un final definitivo y la gran revelación en su escena post-credits es tan descabellada como intrigante, especialmente porque sí, la historia de Sora puede haber “acabado”, pero dentro del marco de la misma historia principal, hay detalles que faltan por ser revelados.
Por lo pronto, nos vale con sentarnos y especular.

En sí, Kingdom Hearts 3 es un título bastante competente, aunque tampoco se siente como una gran evolución a la saga. Sus puntos más flacos son su extremadamente simplificado sistema de combate, así como la irregularidad de sus mundos, que pudieron aprovechar y explorar mejor las temáticas de la historia general (hablando del lore) así como de la particular para Sora.
Aunque ciertamente da un cierre agradable, se nota que hay un afán por no ‘contar todo’, lo que hace que se sienta que al final este no es realmente una conclusión sino apenas un peldaño en otra gran historia, y aunque ya sabemos que Kingdom Hearts como franquicia va a continuar sin Sora, ya es momento de darle un descanso.
Pese a todo, Kingdom Hearts 3 se siente como volver a casa. Desde su argumento inherentemente enrevesado, pasando por su humor de caricatura, hasta su doblaje tan cursi que acentúa lo campy de sus personajes y ambientación.
Reseña hecha con una copia de Kingdom Hearts 3 para PlayStation 4 comprada por el equipo de Nerfeados.